domingo, 12 de julio de 2020

La Profe de Química

#Relato 

Mi Profe de Química

Entré al salón, la  vi como cada día que teníamos clase,  frente a  su escritorio, trabajando en su libro de química buscando el tema que nos daría en ese día de la mañana. 
Con una falda por encima de la rodilla, sus sandalias  bien limpias donde dejaba ver su pies con un bello pedicure, su blusa ajustada que dejaba ver sus hermosos pechos grandes,  y su peinado que partido por un lado dejaba ver su hermoso rostro. 
Yo acostumbraba a entrar después de  unos 5  minutos la  saludaba, y me sentaba en la tercera fila frente a ella para observarla pues desde ahí observaba disimuladamente sus pechos y su ropa interior, y sólo si ella me lo pedía pasaba al tablero, le susurraba  que me gustaba y con una mirada ella sabía que era así.  Tocaban la campana para el cambio de clase y me salía de inmediato a verla caminar hacia el otro salón, era despampanante ver esas caderas como me  envolvían. 
Pero aquél día, fue diferente después de terminar la clase me dijo que si podía ayudarla en su casa que necesitaba  ayuda con algo que ella no podía hacer y por supuesto sin dudarlo acepte. 
Salí del colegio me fui rápido para la casa deje mi  maleta, me cambien el uniforme y me dirigí a su casa entré sin tocar y al verla  frente a  la computadora, y sus  gestos, no pude evitar desearla;  verla tan concentrada en sus cosas, me hizo querer llamar su atención, entre cuidadosamente masajeé sus hombros, deslicé mis manos por sus senos, rose un beso en su cuello, supe en ese instante que me deseaba lo mismo que yo,  sentí  el palpitar de mi piel cuando bajó de mi  pantalón empezó a contraerse mi pene, en ese momento le di un beso en su mejilla y metí mi lengua en su oído, la saboreé, la mordí, muy despacio, le respiré lento y de su parte recibí un gemido de placer. Saqué mi lengua de su oído y mi boca se  dedicó  a recorrer su cuello, mientras mis manos cruzaban su blusa, hacia sus grandes y enormes senos  y aún por encima de su blusa se ceñía  a su cuerpo. 
Empecé a sentir su aroma, su piel empezó a calentarse, su cabeza se oscilaba de un lado a otro, para permitir que besara cada espacio de su cuello,  poco a poco fue soltándose,  dejándose llevar por la lujuria, que sentía en ese ínstate con una mano lentamente soltaba cada botón de su blusa  y con la otro se tocaba por encima de sus bragas  se acariciaba fuertemente, dejándome  ver la intensidad, de esa pasión que desbocaba en ese momento y me haló hasta ponerme frente a ella. Metí mi mano entre sus piernas y empecé a acariciar su vagina húmeda que por cierto parecía una gran fuente de agua, mientras lo hacía desabroche su brassier, empecé a besar sus enormes senos y acariciaba su vagina,  mi aliento en su boca jugaba con sus ganas de querer besarme, mi lengua marcaba la hermosura de sus labios mientras ella  mantenía sus ojos cerrados, colocó sus brazos en el antebrazo de la silla y se dejó llevar por el deseo, por la pasión, por la lujuria. Yo seguí provocándola, quería que mi profesora de química sintiera cuánto la deseaba. Alcé  su falda, abrí sus  piernas y me senté en frente comencé a recorrer con mi lengua sus piernas haciéndola mojar aún más,  cada vez que  acercaba mi lengua a su vagina y sentía como se retorcía de deseo, cuando sentí sus manos, en mi cabeza, me apretaba, la sobaba y me halaba  el cabello hacia ella con mucha fuerza.  Yo retiré mi saco y empecé a desabotonar mi pantalón y dejé que ella  siguiera, su lengua se resbalaba por mi  pecho, por mi abdomen marcado mientras las contracciones de mi pene empezaban a empapar su boca  hasta que llegó el momento que los dos  tanto deseábamos.
Se puso de pie,  tiró todo al piso, sus papeles importantes, su computador y se sentó sobre el escritorio, sus piernas rodeaban mi cintura, la mire, acaricie su rostro, toque sus bragas totalmente empapadas la recosté sobre el escritorio le abrí sus piernas y metí mi dedo corazón en su vagina y empecé a hacer movimientos repetitivos a lo cual ella respondía con gemidos,  mordía sus labios, apretaba sus tetas , mientras le sacaba y metía mi dedo  sin dejar de mirarla, con gesto de satisfacción, de gozo, de pasión. 
Entonces baje mi cara a su  entrepierna y con mi  lengua empecé a juguetear con su  clítoris provocando mas excitación, lo halaba, lo mordía; mi  lengua se deslizaba por sus labios vaginales al mismo tiempo que seguía introduciéndome mi  dedo. 
Se escuchaba el charrasqueo de mi saliva con el lubricante que producía su cuerpo. 
gemía, gritaba, apretaba sus senos y por ende mi cabeza con sus  piernas, manejaba mi cabeza a su antojo, me  pedía que me diera más, que no me detuviera,  aumente la velocidad de mis dedos  y mi lengua, entonces un calor intenso acompañado de una fuerte corriente empezó a inundar su cuerpo, recorriendo  por cada rincón, como buscando un lugar por donde más entrar, se contrajeron sus  muslos, con sus  manos  aferrándose  a los bordes del escritorio, sus ojos se hincharon,  y yo seguía explorando cada parte de su cuerpo poco a poco introduje mi dedo en su ano, hasta que ella exploto;  un chorro de placer se disparó en mi  cara, soltó  un fuerte gemido, de inmediato los espasmos  provocaron  un orgasmo, se adueñaron de su cuerpo, mi respiración agitada controló la escena.
Pero ahí no acabó eso solo era el abrebocas
me puse de pie, ella estaba decaída en el escritorio  tratando de recuperar su respiración, con la mirada perdida en el techo, escuchando el ruido que hacía mi  cinturón al soltarlo en el piso, luego escucho  como a  bajaba  la cremallera de mi pantalón, lentamente, me haló hacia ella hasta la orilla del escritorio y cuando menos lo pensé sentí el calor  de su mano  en  la punta de mi pene jugueteando con sus labios vaginales, como preparándola para recibir ese trozo de carne grueso y venoso, yo sediento de deseo,  de un golpe la  penetre. En ese instante más que un gemido lanzo un grito de placer, mis sentidos se descontrolaron, su  espalda se encorvó y su  cuerpo se empezó a retorcer en el escritorio de arriba hacia abajo en cada embestida que le daba  con mi mano derecha acariciaba sus  tetas  apretándolas, mientras con la otra jalaba su pierna derecha,  para penetrarla  con más fuerza …  Aún con el huracán de placer que atravesaba su cuerpo en ese instante, alcé mi cabeza para ver sus gestos, para verla mientras mordía sus labios, mientras tocaba sus tetas mientras gemía,  ver caer las gotas de sudor de mi  frente y rodar por su abdomen, deslizando hacia su  vagina para finalmente unirse al charco de placer que inundaba nuestros sexos. 
Entonces saque mi pene, y sin decir nada la tome por los brazos y la cintura y la puso en cuatro, con mi  cinturón amarre sus manos atrás, abrí sus nalgas y con mi lengua empece  a esparcir saliva desde su  ano  hasta su  vagina, luego hice movimientos circulares en su ano, preparándola  para una embestida anal. Volví a introducir mis  dedos en su vagina  al tiempo que mi lengua  jugueteaba  en su ano, sus pezones rozaban con el escritorio, lo cual le generaba una mayor excitación, estaba en el punto intermedio de genera  dolor y placer cuando al mismo tiempo, sentí que  no soportaría más, la embestí sin compasión hasta sentí cómo las paredes de su ano  se abrían a medida que iba entrando mi pene 
- me gusta sentirte así, apretadita. Susurre 
Sentí  placer,  el cual me  provoco  al descubrir que  ningún hombre había estado ahí, se lo sacaba y se lo metía, unas veces suave, otras veces más duro, mientras la nalgueaba. Tome  sus brazos atados con una mano y con la otra seguía dándole nalgadas cada vez más fuertes, yo sentía que  estaba experimentando y cumpliendo la fantasía de cualquier joven estudiante. 
Ella, gemía  y gritaba desenfrenadamente, yo me  aferraba al escritorio, ambos estábamos a punto de llegar al orgasmo. Entonces le levante  los brazos de la espaldas hacia mí  mientras mi pene  hacía estragos en su ano, sus tetas quedaron suspendidas en el aire, rebotaban, brincaban. Me decía que le gustaba lo que le hacía sentir, que no parara, que siguiera, y experimenté el torrente de sensaciones, que todos sienten, pero que nadie puede explicar al momento de llegar al tiempo. Ella  gemía, a gritaba, mordía sus labios, yo seguía  embistiéndola  como un lobo salvaje hasta que su respiración se agitó, aún más, saque mi  pene la puse de rodillas frente a él, enrede mis dedos en su cabello  con fuerza y de inmediato sentí como salía mi cálida, espesa y abundante lechita en su cara, su rostro se enrojeció, metí  mi  pene en su boca y lo empuje hasta que lo sentí en su garganta, sentí como estando dentro de su  boca fue perdiendo su dureza, y empezó a contraerse hasta ponerse completamente flácido. Y ambos sonreímos, se puso de pie, desate sus  manos,  le pase su brassier y su blusa  y antes de salir del estudio me susurro al oído: mañana volveré a necesitar de tu ayuda.  Sonríe y le di una fuerte nalgada. Ahí frente a frente cruzando miradas, la tome por la cintura la acerque y la bese.

Fin

Autor
Wers White

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